La
cosecha de cereales ha siso casi nula, como igualmente la de patatas, que tiene
gran importancia, y ante el negro porvenir de un desastroso invierno, por falta
de obras, los vecinos emigran para América en cantidades enormes.
Es
dolorosísimo ver partir, no solo a lo mejor de nuestra juventud, sino también a
ancianos en busca de trabajo y ante la perspectiva del hambre.
Las
obras públicas, que en otras regiones sirven para contener esa masa humna que
tiene derecho a la vida, en la nuestra no se conocen, y cuando chillamos porque
nos sobra la razón, nos esgrimen como obstáculo las dilaciones del expediente.
El
partido de Puebla tiene carreteras aprobadas desde hace muchos años. Díganlo
sino la de Palacios a Astorga y la de Rivadelago a Sobradelo. Sin embargo, por causas
incomprensibles, vemos que otras, conseguidas bastante tiempo después, ya se
han ejecutado, mientras las nuestras se eternizan. ¿Que esto ocurre en otras
provincias y no en la nuestra? Pero ¿es que lo que otros consiguen no lo
podemos conseguir nosotros?
No
valen los buenos deseos, hay que demostrarlos con hechos, y la realidad es que
las tramitaciones se hacen inacabables y que estas ejecuciones de obras, en las
que tendrían trabajo trabajo muchas
personas, nunca empiezan.
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