“De la misma manera que en
uno de nuestros anteriores números nos congratulamos de que la Comisión de
Presupuestos del Congreso, olvidándose por un instante de los matices políticos,
hubiera acudido al auxilio del misérrimo estado del clero rural, tenemos hoy la
satisfacción de tributarle un elogio semejante por LA ELEVACIÓN DE LAS
CONSIGNACIONES ARBITRADAS PARA PEATONES
Y CARTEROS.
Imponíase esta mejora justísima, que en pocos sitios podrá
ser tan apreciada como en nuestra provincia, por la escasez de medios rápidos
de conducción de la correspondencia; y al acogerla con el júbilo con que se
recibirá en muchos hogares, enviamos la enhorabuena a todos los agraciados.”
-
Cartero (hoy también cartera), “Es la persona cuyo oficio es repartir las cartas del correo”, (rae),
pero a principios del siglo XX, sólo clasificaba, recogía y almacenaba la
correspondencia en su casa u oficina.
- Peatón era el “Valijero o correo de a pie encargado de la conducción de la
correspondencia entre pueblos cercanos”, (rae),
su labor estaba sujeta a la supervisión del cartero; ahora está
integrado en la cartería, y su nombre se
ha perdido como oficio, pero fue muy apreciado “en nuestra provincia, por la
escasez de medios rápidos de conducción de la correspondencia”.
“Por el Diario Oficial del ministerio de la
Guerra de 21 de marzo, Sección de
destinos, figura nombrado PEATÓN de
MOMBUEY a MUELAS DE LOS CABALLEROS, con la dotación de pesetas 685,50,
el cabo licenciado del Ejército D. Francisco Losada Vicente, y de MOMBUEY a MANZANAL DE ABAJO,
con el de 312,50 pesetas, D. Juan Ferrero Bermejo.”
“Hemos recibido varias cartas de
nuestro partido en las que se nos
manifiesta que, por carecer de buzones, se ven precisados los
vecinos de muchas localidades a tener que ira a depositar las cartas a otros
pueblos, que distan dos o tres kilómetros,
y a veces más, y nos ruegan hagamos lo posible por evitarlo.
A
todos les contestamos que la colocación de esos buzones es de la incumbencia de
los Ayuntamientos, y como el valor de ellos es insignificante, creemos que se
trate de un olvido involuntario que, seguramente será subsanado.
Tampoco
puede echarse la culpa a los dignos peatones,
puesto que, como no existen depósitos, no tienen para que recoger la
correspondencia.
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