© Mayte Romero Mato. Investigadora
independiente.
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"Costumbres cervatas". |
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Romería de La Carballeda. |
"El despertar de una
mañana de septiembre en tierra cervata forzosamente ha de ser alegre y
seductor. Al “serdedía”, que
diríamos, cabalgábamos en un magnífico caballo, aparejado de gran gala, como si
intentásemos venderlo a los gitanos, camino de Rionegro, lugar donde está
enclavado el famoso Santuario de la Virgen de la Carballeda. Pronto dejamos a
la espalda el lugar cervato de nuestro marquesado. Las alondras elevaban su
vuelo al cielo, saludando al nuevo día con sus dulces y armoniosos cantos. A la
derecha, y antes de las viñas, veíase a dos rapaces que hábilmente colocaban
sus parrillas para cazar a los
incautos picanzuchos. Recordamos que antes era Quintanilla el campo de estas
operaciones; pero se conoce que el cambio de equinoccio de que nos habla un
antiguo buen amigo también influyo en las aficiones de los pájaros.
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Virgen de La Carballeda. |
Seguíamos andando, presumiendo ser los primeros cervatos que
llegásemos ante el altar de la Virgen para hacer nuestra ofrenda llena de
fervor; mas sufrimos una contrariedad, pues antes de llegar a Prado Redondo
vislumbramos algo que resultó ser otros cervatos muy conocidos por esta
afición, que madrugaron más que nosotros. Dímosles alcance y trabamos
conversación sobre asuntos locales, que nos entretuvo agradeblemente todo el
camino, con un pequeño intervalo, que consistió en rezar el rosario al pasar
por el nivel de la famosa encina que se halla en el camino que, además de la historia, vale la pena
recordarla por su espesor, que no han
podido abarcar siete hombres con sus brazos enlazados. Esto del rosario tiene
un pequeño intríngulis que nos conviene aclarar, porque dicen de muchos que
sólo lo rezan ese día para no ser engañados por los gitanos; nosotros, en
cambio, lo hicimos por convicción y respeto a la tradición.
Ya en Rionegro procuramos confirmar nuestro encargo con una
pequeña modificación, que consistía en
que aumentasen la cantidad de pimientos con que se condimentan los clásicos pollos
de ese día. Después presenciamos infinitas habilidades de la gitanería.
Visitamos los puestos de las avellanas. Vimos los pavos que han de servir para
festejar la Navidad. En otro lugar, la mujer-mariposa, que nos costó diez
céntimos. Al lado, un gigante y un liliputiense, y mil espectáculos y
sacadineros de una candidez extraordinaria.
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Romería de La Carballeda. |
*
Las doce aun no habían sonado; pero los
estómagos clamaban por entretenerse, y allí en casa de la hija de Leonor, que
bien ganada tiene la fama, nos dieron un banquete como para recordarlo toda la
vida. En fín, que vale la pena de ir a la Carballeda sólo por tomar los pollos.
*
El mismo afán de llegar los primeros nos guiaba para ser
también los primeros que efectuásemos el regreso; y antes de hacerlo nos
acordamos de comprar los tamboriles, flautas y gaitas con que obsequiar a
nuestra gente menuda.
Éramos los primeros emisarios de la fiesta, y, además de la
prole para recoger los regalos, nos esperaban las pocas personas que habían
dejado de asistir, ansiosas de conocer detalles.
Devolvimos el medio de locomoción que nos prestaron para
asistir a la fiesta, dejándolo comprometido para el próximo año, que sólo con
esa anticipación se puede conseguir caballo para tal día. Así acabó la fiesta
de la Carballeda.
EL MARQUÉS DE
VALDARCOS.”
© El Noroeste Zamorano - blog
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