“Costumbres
Cervatas.
LOS RAMOS DE SAN JUAN (1924) .
La
serenata del “Soldado de Nápoles” no tiene importancia comparada con estas de
San Juan que nos proponemos relatar.
No
es fácil, y menos a nosotros, describir la emoción poética que significan estas
canciones puramente cervatas.
Las
noches de junio, si no aparece una tormenta, son siempre claras y alegres y
brilla la luna con todo su esplendor, que brinda a los trasnochadores para
mayor encanto de sus placeres.
Todas
las armas de fuego que usaron nuestros antepasados, como trabucos, cachorrillos
y otras, salen a relucir estos días para producir las detonaciones más
formidables, que cuanto mayores son mejores resultan para el efecto que se
desea producir.
En
las vísperas de este día, señalado para los ramos,
las mozas de Villardeciervos usan bromas y chanzas, suponiendo que este año le
corresponde a Fulana y a Zutana; pero todas, con mucha modestia, rechazan tal
honor.
No
será necesario aclarar, porque escribo para cuantos conocen las costumbres
cervatas, que el ramo sólo es
destinado a las parejas de enamorados con madurez, cuya ofrenda representa un
compromiso público que lleva a la vicaría, si no quieren sufrir la dura crítica
del pueblo.
Desde
las diez de la noche empieza a oírse constantemente el estampido de bombas y
escopetazos. Cuando dan las doce y la gente de años se retira a descansar, los
mozos, agrupados en rondas de amigos, acuden a las ventanas de sus prometidas,
y entonces, a guisa de anuncio de llegada, cantan:
Levántate, Fulana,
a la ventana,
que quien te pone el
ramo,
¡ay, el ramo’,
Fulano se llamaaaa.
Con
la variante de los nombres que correspondan, esta copla es reglamentaria, y
después la siguen otras, caprichosas y alusivas, hasta que hacen salir a la
dama a recoger el ramo, adornado con dulces y flores, que ofrece su admirador,
entre una serie de atronadores disparos.
Otras
rondas, ajenas a estos compromisos, se divierten paseando las calles y cantando
coplas del día. Nunca falta una que está en la memoria de todos los cervatos:
Por
tu cariño, prenda querida;
Por
tu salero, prenda doraaa;
Por
tu cariño, yo me confundo;
Viva
mi rumbo, perdido vaaa.
Así
transcurre la noche, y cuando llega el alba, que se retiran los mozos, es la
hora de levantarse los ordenados, que, con sus familias, se dirigen al “Caño
grande” o a los “Castaños” a tomar chocolate y recibir alegremente al sol
brillante de San Juan.
En
la tarde de este tradicional día se celebra, como todos los domingos, un
animado baile, que ameniza un clásico tamborilero del país.
Haciendo
honor al compromiso contraído, pasan la tarde bailando las parejas
concertantes, que ese día, por derecho irrenunciable, no pueden hacerlo con
otros mozos.
Desde
entonces se consideran formalizados sus amores, y las familias empiezan los
preparativos para la boda, que no puede aplazarse por más tiempo que hasta el
próximo San Juan, para cuya fecha ha de estar efectuado el matrimonio.
EL MARQUÉS DE VALDARCOS.”